[Capítulo extraído de "El secreto de los secretos", de Abdul-Qadir al-Jilani]
Hay un grupo de personas llamadas sufíes. Se dan cuatro interpretaciones para ese nombre. Algunos, al mirar su exterior, observan que viste de burda lana. La palabra árabe para lana es "suf" y por eso se llaman sufíes. Otros, viendo su forma de vida, libre de las ansiedades de este mundo, y su calma y paz, que en árabe se denomina "safa", los llaman por eso sufíes. Y aún otros, que miran con mayor profundidad, contemplan sus corazones purificados de todo salvo la Esencia de Allâh. Debido a la pureza de sus corazones, que en árabe se llama "safi", los denominan sufíes. Otros que saben los llaman sufíes porque se hallan cerca de Allâh y estarán en la primera fila, en árabe "saff", ante Allâh en el día del Juicio Final.
Hay también cuatro reinos, cuatro mundos. El primero es el mundo de la materia, de la tierra, el agua, el fuego y el éter. El segundo es el mundo de los seres espirituales, de los ángeles, de los genios, de los sueños y la muerte, de las recompensas de Allâh -los ocho paraísos y la justicia de Allâh-, de los siete infiernos. El tercero es el mundo del Verbo, de los bellos nombres de los atributos de Allâh y de la Tabla Oculta que es la fuente de todos los mensajes de Allâh. El cuarto es el reino de la Esencia Pura de Allâh, un reino indescriptible pues en ese nivel no hay palabras, nombres, atributos o semejanzas. Nadie salvo Allâh lo conoce.
Hay cuatro clases de conocimiento. El primero es el conocimiento de los preceptos de Allâh y se refiere a los aspectos exteriores de la vida de este mundo. El segundo es el conocimiento místico, el conocimiento interior de las causas y los efectos. El tercero es el conocimiento del espíritu, el conocimiento de uno mismo y, a través de él, el conocimiento de lo divino. Finalmente está el conocimiento de la verdad.
También las almas son de cuatro tipos: el alma material, el alma iluminada, el alma sultán y el alma divina.
Asimismo las apariencias, las manifestaciones del Creador, son de cuatro clases. La primera es la manifestación en formas y color, como si fuera en Su dibujo. La segunda es en acciones e interacciones, en cosas que ocurren. La tercera es Su manifestación en atributos, cualidades, el carácter de las cosas. Finalmente está la manifestación de Su esencia.
Hay cuatro tipos de intelecto, de poder de razonamiento: la inteligencia que trata de los asuntos mundanos de esta vida; la inteligencia que considera el más allá y reflexiona sobre él: la inteligencia del alma, la sabiduría espiritual; y finalmente la Mente Causal total.
También son cuatro temas mencionados: las cuatro clases de conocimiento, las cuatro almas, los cuatro tipos de manifestación y los cuatro intelectos. Algunas personas se quedan en el primer nivel de conocimiento, alma, manifestación e intelecto. Son los habitantes del primer paraíso llamado "el paraíso de la seguridad del hogar", es decir, el paraíso terrenal. Los que se encuentran en el segundo nivel de conocimiento, alma, manifestación e intelecto pertenecen a un nivel superior de paraíso, el jardín de la delicia de la gracia de Allâh sobre sus criaturas, que es el paraíso dentro del reino angélico. Los que alcanzan el tercer nivel de conocimiento, alma, manifestación e intelecto están en el tercer nivel del paraíso, el paraíso celestial, el de los nombres y atributos divinos en el reino de la unidad.
Sin embargo, los que buscan y se adhieren a las recompensas de Allâh, aunque estén en el paraíso, no pueden ver la verdadera realidad dentro de sí mismos y de las cosas que los rodean. Los sabios que buscan la verdad, los que han alcanzado el auténtico estado del derviche, el estado de total necesidad -no la necesidad de algo salvo Allâh, sino la necesidad sólo de Allâh- lo dejan todo y no buscan nada más que la verdad. Encuentran lo que buscan y entran en el reino de la verdad, el reino más cercano a Allâh, y no viven más que por la Esencia de Allâh.
Ellos cumplen la orden divina: "Refugiaos en Allâh" y siguen el consejo del Profeta -saws-. "Tanto este mundo como el más allá son ilícitos para el que busca a Allâh". Nuestro maestro no quiere decir que el mundo y el más allá sean ilícitos. Quiere decir que los que buscan y desean la Esencia de Allâh privan a sus cuerpos y egos de sus necesidades, afectos y demandas del mundo y lo mundano.
Los buscadores de la verdad razonan de este modo: este mundo es un ser creado; nosotros también somos seres creados, ambos necesitamos un Creador, un Dueño. ¿Cómo puede un necesitado pedir lo que requiere a otro necesitado? ¿Qué camino hay para un ser creado más que buscar a su creador?
Allâh dice por boca de Su amado Profeta -saws-, "Mi amor, Mi existencia es su amor por Mí".
Nuestro maestro el Profeta -saws- dice: "Mi estado de absoluta necesidad, mi pobreza, es mi orgullo". La absoluta necesidad y el amor por Allâh son la base de la búsqueda del derviche. El estado de pobreza que es el orgullo de nuestro maestro no es la carencia de lo mundano. Es el abandono de todo salvo el deseo de la Esencia de Allâh. Es abandonar todos los bienes -no sólo los de este mundo, sino también los del más allá- y presentarse así, en estado de absoluta necesidad, ante el Señor.
Es un estado de conducirse a uno mismo hasta la nada, de desaparecer en la Esencia de Allâh. Es vaciar el ser de todo lo que es para el propio ser y vaciar el corazón de todo excepto Su amor. Así se vuelve ese corazón digno de recibir la promesa de Allâh, "Mis cielos y Mi tierra no Me contienen, pero Me contiene el corazón de Mi fiel siervo".
El fiel siervo es el que excluye todo lo que no sea el Uno de su corazón. Cuando un corazón está purificado de ese modo, Allâh lo agranda y cabe en su interior. Hadrat Bayazid al-Bistamí, que Allâh santifique su secreto, describe la grandeza de tal corazón diciendo: "Si todo lo que existe dentro y alrededor del Trono de Allâh, la más vasta de las creaciones de Allâh, se colocara en un rincón del corazón del hombre perfecto, él ni siquiera notaría su peso".
Así son los bienamados de Allâh. Amadlos y estad a su alrededor pues los que amen verdaderamente estarán con sus amados en el más allá. La señal de este amor es buscar su compañía, desear escuchar sus palabras y, al verlos y oírlos, sentir el ansia de Allâh el Altísimo.
Allâh, hablando por boca de Su profeta -saws-, dice: "Siento el anhelo de los fieles, de los virtuosos, de los verdaderos siervos por Mí y yo también los añoro".
Estos amantes de Allâh son distintos de los demás y sus actos son también diferentes. Al principio, cuando son novicios, sus actos parecen estar igualados entre el bien y el mal. Cuando han avanzado y alcanzado el nivel mediano, sus acciones están llenas de beneficencia. En todos los casos, el bien que ocurre a través de ellos no sólo es en cumplimiento de los preceptos de Allâh y la religión, sino en actos que contienen beatitud y brillan con la luz del sentido dentro de las apariencias.
Están como revestidos de luz de colores que se genera de ellos dependiendo de su nivel.
A medida que superan sus egos y la tiranía de los bajos deseos de la carne con la bendición de la frase divina LA ILAHA ILLA LLAH -no hay dios sino Allâh- y alcanzan el nivel de seres que pueden discernir entre el bien y el mal, condenando el mal dentro de sí mismos y deseando el bien, una luz azul celeste emana de ellos.
Cuando, dentro de este estado, con la ayuda e inspiración de Allâh, optan por el bien y abandonan el mal, un color rojo los envuelve.
Con la bendición que proviene del nombre de Allâh, HU, ese nombre que sólo la Verdad puede describir, alcanzan el nivel que está purificado de todos los atributos perjudiciales y de todas las malas acciones y encuentran un estado de paz y serenidad. Entonces emana de ellos una luz verde.
Cuando han abandonado el ego y sus deseos y toda voluntad personal con la bendición de HAQQ, la Verdad, y cuando someten sus voluntades a Allâh y están satisfechos con todo lo que proviene de Allâh, su color se torna luz blanca.
Estas son las descripciones de los derviches, desde su noviciado al principio del camino hasta que llegan al nivel mediano. Pero el que alcanza el límite de este camino no tiene forma ni color. Se convierte como en un rayo de sol. La luz del sol no tiene color. Su luz no se parece a ningún tono. El derviche que ha alcanzado el nivel más alto no tiene ser que refleje luz o color. En todo caso, su color sería el negro, que absorbe la luz. Ésa es la señal del estado de aniquilación.
Para los que miran, esta apariencia oscura e incolora se convierte en un velo sobre la luz de la sabiduría que posee, como la noche es un velo sobre la luz del sol. Allâh dice de Él:
"Hizo la noche como un manto y el día como un medio de subsistencia." (Sura Naba, 10-11)
Para los que han alcanzado la esencia de la mente y del conocimiento, hay una señal en este versículo.
Las personas que se han acercado a la verdad en la vida de este mundo se sienten aquí como encarceladas en una oscura mazmorra. Pasan su vida con pena y dolor. Sufren muchas penalidades, las circunstancias los presionan en un mundo de oscuridad total. El profeta -saws- dice: "Este mundo es una mazmorra para los fieles". Como señala, las calamidades caen primero sobre los profetas, luego sobre los que están más cerca de Allâh, luego en grado descendente sobre los que están intentando acercarse a Él. Es, por tanto, apropiado que el derviche se vista de negro y se vista un turbante negro sobre la cabeza, pues es la vestimenta de quien está preparado para sufrir las penas de este camino.
En realidad, el negro es el color adecuado para los que deberían llevar luto por haber perdido su humanidad y su posibilidad. Muchos hombres pierden descuidadamente ese gran regalo, exclusivo de la humanidad, de ser consciente, de poder ver la verdad, matando así con sus propias manos su vida eterna. Apagando el anhelo del amor divino en sus corazones, separándose del espíritu santo, malogran la posibilidad de regresar al origen, a la causa. Aunque no lo saben, son los que padecen las mayores calamidades. Si se dieran cuenta de que han perdido todos los beneficios del más allá, la vida eterna, desde luego que vestirían ropas de luto. Una viuda está de luto cuatro meses y diez días. El luto para alguien que ha perdido el bien de la vida eterna debería ser eterno.
Nuestro maestro el profeta -saws- dice: "Los que son sinceros están siempre al borde de un gran peligro". ¡Qué adecuada es esta descripción para quien debe andar de puntillas con el mayor cuidado! Pero tal es el estado del derviche que ha abandonado su ser y se halla en el reino de la aniquilación. Su pobreza de este mundo que ha dejado atrás y su total necesidad de Allâh son grandes y se presenta como una gran belleza por encima de la humanidad.
Nuestro maestro -saws- dice: "La pobreza es una cara ennegrecida en ambos mundos". Quiere decir que uno que ha elegido ser pobre en este mundo, desapareciendo para él, no refleja ninguno de los colores del mundo, sino que sólo absorbe la luz de la verdad divina. La oscuridad de su cara es como un lunar que realza su belleza.
Los que han estado a la vista de la verdad, después de contemplar su belleza, ya no quieren ver nada más. No pueden mirar ninguna otra cosa con amor y anhelo. Para ellos Allâh se convierte en el único amado, lo único que existe. Ése es el único propósito. Finalmente, se han convertido en Hombres y Allâh ha creado al Hombre para que Le conozca, para que alcance Su Esencia.
Incumbe a todas las personas buscar y saber la razón de su creación y sentir el significado de esa razón, los deberes que les corresponden en este mundo y en el más allá, para que no malgasten su vida aquí en vano, para que no se arrepientan por siempre en el más allá, inmersas, ahogadas en el anhelo que finalmente descubrirán con remordimiento eterno.
Hay también cuatro reinos, cuatro mundos. El primero es el mundo de la materia, de la tierra, el agua, el fuego y el éter. El segundo es el mundo de los seres espirituales, de los ángeles, de los genios, de los sueños y la muerte, de las recompensas de Allâh -los ocho paraísos y la justicia de Allâh-, de los siete infiernos. El tercero es el mundo del Verbo, de los bellos nombres de los atributos de Allâh y de la Tabla Oculta que es la fuente de todos los mensajes de Allâh. El cuarto es el reino de la Esencia Pura de Allâh, un reino indescriptible pues en ese nivel no hay palabras, nombres, atributos o semejanzas. Nadie salvo Allâh lo conoce.
Hay cuatro clases de conocimiento. El primero es el conocimiento de los preceptos de Allâh y se refiere a los aspectos exteriores de la vida de este mundo. El segundo es el conocimiento místico, el conocimiento interior de las causas y los efectos. El tercero es el conocimiento del espíritu, el conocimiento de uno mismo y, a través de él, el conocimiento de lo divino. Finalmente está el conocimiento de la verdad.
También las almas son de cuatro tipos: el alma material, el alma iluminada, el alma sultán y el alma divina.
Asimismo las apariencias, las manifestaciones del Creador, son de cuatro clases. La primera es la manifestación en formas y color, como si fuera en Su dibujo. La segunda es en acciones e interacciones, en cosas que ocurren. La tercera es Su manifestación en atributos, cualidades, el carácter de las cosas. Finalmente está la manifestación de Su esencia.
Hay cuatro tipos de intelecto, de poder de razonamiento: la inteligencia que trata de los asuntos mundanos de esta vida; la inteligencia que considera el más allá y reflexiona sobre él: la inteligencia del alma, la sabiduría espiritual; y finalmente la Mente Causal total.
También son cuatro temas mencionados: las cuatro clases de conocimiento, las cuatro almas, los cuatro tipos de manifestación y los cuatro intelectos. Algunas personas se quedan en el primer nivel de conocimiento, alma, manifestación e intelecto. Son los habitantes del primer paraíso llamado "el paraíso de la seguridad del hogar", es decir, el paraíso terrenal. Los que se encuentran en el segundo nivel de conocimiento, alma, manifestación e intelecto pertenecen a un nivel superior de paraíso, el jardín de la delicia de la gracia de Allâh sobre sus criaturas, que es el paraíso dentro del reino angélico. Los que alcanzan el tercer nivel de conocimiento, alma, manifestación e intelecto están en el tercer nivel del paraíso, el paraíso celestial, el de los nombres y atributos divinos en el reino de la unidad.
Sin embargo, los que buscan y se adhieren a las recompensas de Allâh, aunque estén en el paraíso, no pueden ver la verdadera realidad dentro de sí mismos y de las cosas que los rodean. Los sabios que buscan la verdad, los que han alcanzado el auténtico estado del derviche, el estado de total necesidad -no la necesidad de algo salvo Allâh, sino la necesidad sólo de Allâh- lo dejan todo y no buscan nada más que la verdad. Encuentran lo que buscan y entran en el reino de la verdad, el reino más cercano a Allâh, y no viven más que por la Esencia de Allâh.
Ellos cumplen la orden divina: "Refugiaos en Allâh" y siguen el consejo del Profeta -saws-. "Tanto este mundo como el más allá son ilícitos para el que busca a Allâh". Nuestro maestro no quiere decir que el mundo y el más allá sean ilícitos. Quiere decir que los que buscan y desean la Esencia de Allâh privan a sus cuerpos y egos de sus necesidades, afectos y demandas del mundo y lo mundano.
Los buscadores de la verdad razonan de este modo: este mundo es un ser creado; nosotros también somos seres creados, ambos necesitamos un Creador, un Dueño. ¿Cómo puede un necesitado pedir lo que requiere a otro necesitado? ¿Qué camino hay para un ser creado más que buscar a su creador?
Allâh dice por boca de Su amado Profeta -saws-, "Mi amor, Mi existencia es su amor por Mí".
Nuestro maestro el Profeta -saws- dice: "Mi estado de absoluta necesidad, mi pobreza, es mi orgullo". La absoluta necesidad y el amor por Allâh son la base de la búsqueda del derviche. El estado de pobreza que es el orgullo de nuestro maestro no es la carencia de lo mundano. Es el abandono de todo salvo el deseo de la Esencia de Allâh. Es abandonar todos los bienes -no sólo los de este mundo, sino también los del más allá- y presentarse así, en estado de absoluta necesidad, ante el Señor.
Es un estado de conducirse a uno mismo hasta la nada, de desaparecer en la Esencia de Allâh. Es vaciar el ser de todo lo que es para el propio ser y vaciar el corazón de todo excepto Su amor. Así se vuelve ese corazón digno de recibir la promesa de Allâh, "Mis cielos y Mi tierra no Me contienen, pero Me contiene el corazón de Mi fiel siervo".
El fiel siervo es el que excluye todo lo que no sea el Uno de su corazón. Cuando un corazón está purificado de ese modo, Allâh lo agranda y cabe en su interior. Hadrat Bayazid al-Bistamí, que Allâh santifique su secreto, describe la grandeza de tal corazón diciendo: "Si todo lo que existe dentro y alrededor del Trono de Allâh, la más vasta de las creaciones de Allâh, se colocara en un rincón del corazón del hombre perfecto, él ni siquiera notaría su peso".
Así son los bienamados de Allâh. Amadlos y estad a su alrededor pues los que amen verdaderamente estarán con sus amados en el más allá. La señal de este amor es buscar su compañía, desear escuchar sus palabras y, al verlos y oírlos, sentir el ansia de Allâh el Altísimo.
Allâh, hablando por boca de Su profeta -saws-, dice: "Siento el anhelo de los fieles, de los virtuosos, de los verdaderos siervos por Mí y yo también los añoro".
Estos amantes de Allâh son distintos de los demás y sus actos son también diferentes. Al principio, cuando son novicios, sus actos parecen estar igualados entre el bien y el mal. Cuando han avanzado y alcanzado el nivel mediano, sus acciones están llenas de beneficencia. En todos los casos, el bien que ocurre a través de ellos no sólo es en cumplimiento de los preceptos de Allâh y la religión, sino en actos que contienen beatitud y brillan con la luz del sentido dentro de las apariencias.
Están como revestidos de luz de colores que se genera de ellos dependiendo de su nivel.
A medida que superan sus egos y la tiranía de los bajos deseos de la carne con la bendición de la frase divina LA ILAHA ILLA LLAH -no hay dios sino Allâh- y alcanzan el nivel de seres que pueden discernir entre el bien y el mal, condenando el mal dentro de sí mismos y deseando el bien, una luz azul celeste emana de ellos.
Cuando, dentro de este estado, con la ayuda e inspiración de Allâh, optan por el bien y abandonan el mal, un color rojo los envuelve.
Con la bendición que proviene del nombre de Allâh, HU, ese nombre que sólo la Verdad puede describir, alcanzan el nivel que está purificado de todos los atributos perjudiciales y de todas las malas acciones y encuentran un estado de paz y serenidad. Entonces emana de ellos una luz verde.
Cuando han abandonado el ego y sus deseos y toda voluntad personal con la bendición de HAQQ, la Verdad, y cuando someten sus voluntades a Allâh y están satisfechos con todo lo que proviene de Allâh, su color se torna luz blanca.
Estas son las descripciones de los derviches, desde su noviciado al principio del camino hasta que llegan al nivel mediano. Pero el que alcanza el límite de este camino no tiene forma ni color. Se convierte como en un rayo de sol. La luz del sol no tiene color. Su luz no se parece a ningún tono. El derviche que ha alcanzado el nivel más alto no tiene ser que refleje luz o color. En todo caso, su color sería el negro, que absorbe la luz. Ésa es la señal del estado de aniquilación.
Para los que miran, esta apariencia oscura e incolora se convierte en un velo sobre la luz de la sabiduría que posee, como la noche es un velo sobre la luz del sol. Allâh dice de Él:
"Hizo la noche como un manto y el día como un medio de subsistencia." (Sura Naba, 10-11)
Para los que han alcanzado la esencia de la mente y del conocimiento, hay una señal en este versículo.
Las personas que se han acercado a la verdad en la vida de este mundo se sienten aquí como encarceladas en una oscura mazmorra. Pasan su vida con pena y dolor. Sufren muchas penalidades, las circunstancias los presionan en un mundo de oscuridad total. El profeta -saws- dice: "Este mundo es una mazmorra para los fieles". Como señala, las calamidades caen primero sobre los profetas, luego sobre los que están más cerca de Allâh, luego en grado descendente sobre los que están intentando acercarse a Él. Es, por tanto, apropiado que el derviche se vista de negro y se vista un turbante negro sobre la cabeza, pues es la vestimenta de quien está preparado para sufrir las penas de este camino.
En realidad, el negro es el color adecuado para los que deberían llevar luto por haber perdido su humanidad y su posibilidad. Muchos hombres pierden descuidadamente ese gran regalo, exclusivo de la humanidad, de ser consciente, de poder ver la verdad, matando así con sus propias manos su vida eterna. Apagando el anhelo del amor divino en sus corazones, separándose del espíritu santo, malogran la posibilidad de regresar al origen, a la causa. Aunque no lo saben, son los que padecen las mayores calamidades. Si se dieran cuenta de que han perdido todos los beneficios del más allá, la vida eterna, desde luego que vestirían ropas de luto. Una viuda está de luto cuatro meses y diez días. El luto para alguien que ha perdido el bien de la vida eterna debería ser eterno.
Nuestro maestro el profeta -saws- dice: "Los que son sinceros están siempre al borde de un gran peligro". ¡Qué adecuada es esta descripción para quien debe andar de puntillas con el mayor cuidado! Pero tal es el estado del derviche que ha abandonado su ser y se halla en el reino de la aniquilación. Su pobreza de este mundo que ha dejado atrás y su total necesidad de Allâh son grandes y se presenta como una gran belleza por encima de la humanidad.
Nuestro maestro -saws- dice: "La pobreza es una cara ennegrecida en ambos mundos". Quiere decir que uno que ha elegido ser pobre en este mundo, desapareciendo para él, no refleja ninguno de los colores del mundo, sino que sólo absorbe la luz de la verdad divina. La oscuridad de su cara es como un lunar que realza su belleza.
Los que han estado a la vista de la verdad, después de contemplar su belleza, ya no quieren ver nada más. No pueden mirar ninguna otra cosa con amor y anhelo. Para ellos Allâh se convierte en el único amado, lo único que existe. Ése es el único propósito. Finalmente, se han convertido en Hombres y Allâh ha creado al Hombre para que Le conozca, para que alcance Su Esencia.
Incumbe a todas las personas buscar y saber la razón de su creación y sentir el significado de esa razón, los deberes que les corresponden en este mundo y en el más allá, para que no malgasten su vida aquí en vano, para que no se arrepientan por siempre en el más allá, inmersas, ahogadas en el anhelo que finalmente descubrirán con remordimiento eterno.
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Sobre la Tasawwuf.
Jafs al-Mahyub de ‘Ali bin Uzman
“Sufi” es un nombre que se le da, y formalmente se la ha dado, a los santos perfectos y a los seguidores espirituales. Un sheik dijo: “Aquel que está purificado por el puro amor es puro, y aquel que es absorbido por el Amado y que ha abandonado todo lo demás es un Sufi”[. El nombre no tiene derivación que pueda responder a los requisitos etimológicos, en tanto en cuanto que el Sufismo (tasawwuf [es un termino más adecuado y a partir de ahora lo utilizaremos indistintamente]) está demasiado por encima como para tener ninguna raíz léxica de la cual pueda ser derivada; porque la derivación de una cosa de otra requiere homogeneidad. Todo lo que existe está opuesto a la pureza y las cosas no se pueden derivar de sus opuestos. Para los Sufis el significado de tasawwuf está más claro que la luz del sol y no necesita ninguna explicación o indicación. Como “Sufi” no admite ninguna explicación, todo el mundo son interpretes, tanto si reconocen la dignidad del nombre como si no, cuando tratan de comprender su significado. Los perfectos de entre ellos son llamados “sufis”, y los aspirantes de rango inferior entre ellos son llamados Mutasawwif ; porque tasawwuf pertenece a la misma forma de tafa’’aul, que implica “afrontar los problemas” (takalluf), y es una rama de la raíz original. La diferencia entre ambos en significado y etimológicamente es evidente. La pureza es una santidad con un signo y una relación (riwÐyat), sufismo es una resignada imitación de pureza. La pureza, entonces, es una resplandeciente y evidente idea, y el sufismo es una imitación de esa idea. Sus seguidores en este nivel son de tres tipos: los Sufi, los Mutasawwif, y los Mustasawif. El “Sufi” es aquel que está muerto para el si-mismo y vive por la Verdad; ha escapado de las ataduras de las características humanas y realmente alcanzado (a Dios). El Mutasawwif es aquel que trata de alcanzar este rango mediante lo que significa la auto-mortificación (muºyahadat) y en su búsqueda rectifica su conducta de acuerdo con su ejemplo (de los sufis). El Mustaswif es el que trata de hacerse pasar como uno de ellos persiguiendo el dinero y la riqueza y el poder y la prosperidad material, pero no tiene conocimiento de estas dos cosas.
Por esto se ha dicho: “El Mustaswif para los es tan despreciable como las moscas, y sus acciones son mera codicia.; otros que es como un lobo, y su habla desenfrenada, porque el solo desea un pedazo de carroña”. El Sufi es un hombre de unión y el Mustasawif un hombre superfluo. Aquel que tiene participación en la unión pierde todo fin y objeto al ganar su fin y llegar a su objetivo; aquel que tiene participación de los principios se afirma en los “estados” del camino espiritual y permanece devoto a los misterios del más allá; pero aquel que participa de lo superfluo, se le abandona bajo la dependencia de toda [la riqueza que tenga], y se sienta en la puerta de la formalidad, y así es velado de la realidad, y este velo hace ambos, unidad y principios, invisibles para él. Los Shuyuj de en esta persuasión han tratado de dar muchas definiciones del tasawwuf, que no pueden ser enumeradas todas en esta libro, pero voy a mencionar algunas, si Dios quiere, Quien es el hacedor del éxito.
Dhun-Nun el egipcio dijo: “El sufi es aquel cuyo lenguaje, cuando habla, es la realidad de su estado, o sea, no dice nada de aquello que no es, y cuando permanece en silencio su conducta explica su estado, y su estado proclama que ha cortado todos sus lazos con el mundo [de la manifestación]”. Esto quiere decir que todo lo que él dice está basado en un firme principio, y todo lo que dice está desligado del mundo y cuando habla sus palabras son ciertamente la Verdad, y cuando permanece en silencio sus acciones son la completa “pobreza”.
Yunaid dijo: “El Sufismo es un atributo en el cual el hombre es subsistencia” Ellos dijeron; “¿Es un atributo este de Dios o de la humanidad?” a lo que replicó: “Su esencia es un atributo de Dios y su sistema formal es un atributo de la ‘humanidad’”; lo que viene a decir es que su esencia supone la aniquilación de las cualidades humanas, que son sobrepasadas por la eternidad de las cualidades Divinas, y esto es un atributo de Allah; por ello su sistema formal supone por parte del hombre la continuación de la mortificación y la continuación de este auto-sacrificio es un atributo humano. O puede ser entendido de otra manera, literalmente que en la unificación real no hay, hablando con propiedad, atributos humanos en absoluto, porque los atributos humanos no son constantes y solo son formales, perdiendo su permanencia porque Allah es el agente. Por esto ellos son realmente los atributos de Allah. Así (para explicar esto), Allah ordena a Sus siervos que ayunen, y cuando mantienen el ayuno les da el nombre de “ayunante”, y nominalmente este ayuno pertenece al hombre, pero realmente pertenece a Allah, de acuerdo con lo que Allah a dicho a Su Apóstol, la paz y las bendiciones sean sobre él, que dijo: “El ayuno es Mio”, porque todos Sus actos son Sus posesiones, y cuando los hombres se adscriben cosas a sí mismos la atribución solo es en el plano formal y metafórico, no real.
Y Abu Hasan Nuri dijo: “El sufismo es la renuncia de todo lo placeres propios”. Este renunciamiento es de dos tipos: formal y esencial. Por ejemplo, si uno renuncia a un placer, y encuentra placer en el renunciamiento, esta renunciación es formal; pero si es el placer es el que renuncia de él, entonces el placer es aniquilado, y este caso está a la cabeza de la verdadera contemplación. Así la renunciación del placer es el acto del hombre, pero la aniquilación del placer es el acto de Allah. Los actos del hombre son formales y metafóricos, mientras que los actos de Allah son reales. Este dicho aclara el de Yunaid mencionado más arriba. Y Abu l-Hassan Nuri también dijo: “los Sufis son aquellos cuyos espíritus han sido liberados de la contaminación de la humanidad, purificados del trato carnal, salvados de la concupiscencia, encontrando el descanso con Allah en el puesto más avanzado y el en más alto rango, y han huido de todo excepto Él”. Y también dijo: “El sufi es aquel que no tiene nada en su posesión ni nada lo posee”. Esto muestra cual es la esencia de la de aniquilación, ya que aquel cuyas cualidades han sido aniquiladas ni posee ni es poseído, en tanto y en cuanto el termino “posesión” es aplicable a las cosas existentes. El significado es que el sufi no hace suyo ningún bien de este mundo o ninguna gloria del que viene, porque ni tan siquiera él se encuentra en la posesión y el control de sí mismo: él rechaza el deseo de tener autoridad sobre los demás, para que así otros no busquen la autoridad sobre él.
Este dicho se refiere al misterio que los sufis denominan “completa aniquilación” (fana li-kulli). Si Allah quiere, lo mencionaremos en este trabajo, para vuestra información, los puntos en los cuales han caído en el error.
Ibn al-Yalla:” el sufismo es un esencia sin forma”, porque la formas pertenecen a la humanidad en cuanto a su conducta (muàmalat), mientras que la esencia de ésta pertenece a Allah. Como el sufismo supone en dar la espalda a lo humano este carece necesariamente de forma.
Y Abu Àmr Dimmashqi dijo: “ El sufismo es: ver la imperfección del mundo de los fenómenos (y esto muestra que los atributos humanos todavía existen), e incluso más aún, cerrar los ojos al mundo de los fenómenos” ( y esto muestra como los atributos del hombre son aniquilados; porque los objetos vistos son fenómenos, y cuando los fenómenos desaparecen, la visión también desaparece). Cerrando los ojos al mundo fenomenológico solo subsiste la visión espiritual, quien se vuelve ciego para su ser propio ve por medio de Allah, porque el buscador de fenómenos es un buscador de su propio ser , y sus acciones vienen de y por si mismo, y no puede encontrar un camino para escapar de si mismo. Análogamente uno se ve a si mismo en su imperfección, y cierra los ojos al ser propio y no ve; y aunque el vidente ve su imperfección, nunca más su vista será un velo, pues es velado por su vista, pero el que no ve no es velado por su ceguera. Este es un principio firmemente establecido en los aspirantes a sufismo y “místicos” (arbabi màani), pero tratar de explicar esto es imposible.
Y Abu Bakr Shibil dijo: “Tasawwuf es politeísmo, porque es el anhelo del corazón de la vista del ‘otro’ y el otro no existe”. Quiere decir que la visión de otro (que Allah) en la afirmación de la Unidad de Allah es politeísmo, y cuando “otro” no contiene valor alguno para el corazón, es absurdo guardar en el corazón el recuerdo de “otro”.
Y Husri dice: “El sufismo es cuando el corazón se mantiene puro de la contaminación de la discordia”. El significado se refiere a que debe proteger el corazón de la discordia con Allah, porque el amor es concordia, y la discordia es lo contrario a concordia, y el amante solo tiene una tarea en la vida, literalmente, obedecer las ordenes del amado; y si el objeto del deseo es solo uno, ¿cómo podría entonces surgir la discordia?
Y Muhammad b. Ali al-Husayn b. Ali b.Abi Talib – que Allah este complacido de todos ellos- dijo: “El sufismo es la buena disposición: y aquel que tiene mejor disposición es el mejor sufi”. Ahora, los tipos de buena disposición son de dos tipos: hacia Allah y hacia los hombres. El primero es la aquiescencia en los decretos Divinos, la segunda es el resistir las cargas de la sociedad humana buscando el contento de Dios. Estos dos aspectos se refieren al que busca. Allah es independiente de la aquiescencia o enfado del buscador, y estas dos cualidades dependen de la consideración de Su Unidad.
Y Abu Muhammad Murtaish dijo: “El sufi es aquel cuyos pensamientos mantienen la paz con sus pies”, que quiere decir que está enteramente presente: su alma está donde está su cuerpo, y su cuerpo está donde lo está su alma, y su alma donde están sus pies, y sus pies donde está su alma. Este es un signo de presencia sin ausencia. Otros dicen, por contrario: “El está ausente de si mismo y presente con Allah”. Esto no es así porque: él está presente consigo mismo y presente con Allah. La expresión denota perfecta unión (yam' al-yam), porque no puede haber ausencia del ser en tanto y en cuanto se estime el propio ser: cuando la autoestima ha desaparecido, entonces hay presencia (con Allah) sin ausencia. En este sentido particular lo dicho se asemeja al de Shibli: “El sufi es aquel que no ve nada excepto Allah en los dos mundos” En resumen, la existencia humana es “otro”, y cuando el ser humano no ve “otro” no se ve a si mismo; y se despreocupa totalmente del ser propio, sea este tenido en cuenta o negado.
Y Yunaid dijo: “El sufismo está fundado en ocho cualidades ejemplificadas en ocho Apóstoles: la generosidad de Abraham, que sacrifico a su hijo; la aquiescencia de Ismael, que se sometió a las ordenes de Allah y entregó su preciosa vida; la paciencia de Job, que con paciencia resistió la prueba de los gusanos y los celos del Misericordioso; el simbolismo de Zacarías a quien Allah dijo : ‘No hablaras a nadie durante tres días excepto por signos’ [Cor. 3:36], y en el mismo sentido, ‘Cuando se dirigió a su Señor con una invocación secreta’ [Cor. 19,2]; la sensación de extrañeza de Juan, que era un extraño en su propia tierra y un extranjero para su propio rey entre los cuales vivía; el peregrinar de Jesús, que estaba tan desapegado de las cosas mundanas que solo guardaba una copa y un cepillos - la copa que arrojo cuando vio a un hombre beber de sus propias manos y un cepillo también cuando vio a otro usando sus dedos en vez de un cepillo de dientes; la vestimenta de lana de Moisés, cuyo vestido era de lana; y la pobreza de Muhammad, a quién Allah el Todopoderoso mando la llave de todos los tesoros que hay sobre la faz de la tierra, diciendo: ‘Los dispongo sin dificultad para ti, para procurarte todos los lujos por medio de estos tesoros’ y él contestó: ‘O Señor, no los deseo; mantenme un día alimentado hasta saciarme y otro hambriento’” Estos son unos excelentes principios de conducta.
Y Husri ha dicho: “El sufi es aquel cuya existencia es sin la no-existencia y cuya no- existencia es sin la existencia”. O sea, nunca pierde aquello que encuentra, nunca encuentra lo que pierde. Otro significado es que, su encuentro (yaft) no tiene no-encuentro (na-yaft), y que su no-encuentro de tiene encuentro en ningún momento, y así hay al mismo tiempo una afirmación sin negación o una negación sin afirmación. El objeto de todas estas expresiones es que el estado moral de los Sufi desaparece completamente, y que sus sentimientos corporales (sawahid) desaparecerán y su conexión con todo será cortada, para que pueda el misterio de su moralidad ser revelado y sus distintas partes unidad en su ser esencial, y pueda subsistir mediante y en si mismo. El efecto de esto se puede mostrar en dos Apóstoles: primero Moisés, que en su existencia había no-existencia, por lo que dijo: “O Señor, aumenta mi pecho y haz mis asuntos fáciles para mi” [Cor 20:26-27]; el segundo, el Profeta, en cuya no-existencia no había existencia, por lo que Dios dijo: “¿Acaso no aumentamos tu pecho?” [Cor 94,1]. El uno pidió por adornos y un honor visible, pero el segundo estaba adornado, por lo que no tenia ninguna petición para si mismo.
Y Ali b. Bundar al-Sayfari de Nishapur dijo: “El sufismo es: que uno debe estimar su propio exterior ni interior, pero lo debe estimar todo como pertenencias de Dios” Por eso si miras al exterior verás los signos externos de las bendiciones de Allah, y, si observas, las acciones externas no tendrán el peso ni del ala de un mosquito por encima de las bendiciones de Allah, y dejaras de estimar su exterior; y de nuevo, si miras detenidamente al interior, verás los signos de la ayuda de Allah, y, mientras miras, las acciones internas no variarán en nada la escala ni en un solo grano en comparación con la ayuda de Allah, y dejará de estimar su interior, y veras que todo pertenece a Allah; y cuando veas que todo es de Allah, veras que tu mismo no tienes nada.
Muhammad b. Ahmad al-Muqri dijo: “El sufismo es el mantenimiento de los estados rectos con Allah”, pues los estados no distraen al Sufi de su (recto) estado, ni lo llevan al mal, pues aquel que su corazón es devoto al Autor de los estados (muhawwil-i ahwal) no desciende del rango de la rectitud ni se le esconde de la obtención de la Verdad.
(r) Nuruddin Margarit
04 رجب, 1421
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