Hajja Anna Adil, sohbat publicado el 19 de Ramadán del
1433.
Le invitamos a
pasar un Ramadán junto a la fragancia de Hajja Anna Adil (qas). Todos los días
de este sagrado mes y durante los tres días del Eid al-Adha, publicaremos un
nuevo sohbat de ella. El día del aniversario de su fallecimiento, la colección
completa se ofrecerá como un libro. Que Allah (swt) nos mantenga en su santa
compañía para siempre.
Había una vez, un ladrón
muy malvado. Nadie estaba a salvo de sus crímenes. Él vivió durante el tiempo
de Abdul Khaliq al-Ghujdawani (qas).
Un día, un discípulo tomó
el sendero de la montaña para dirigirse al zikr. El ladrón divisó que él
llevaba algo debajo del brazo. Se trataba de un pote de miel que le llevaba al
Shaykh, para que todos sus discípulos pudieran probar una cucharada.
El ladrón tomó la miel y el
discípulo la cedió por temor a perder su vida. El ladrón huyó con la miel, pero
después de un rato tuvo lo que para él era una idea asombrosa. Se le ocurrió
que, de no haberse llevado toda la miel, muchos hubieran podido compartirla.
Entonces empezó a sentirse mal. Tan mal se sintió, que alcanzó al discípulo
para devolverle la miel.
El ladrón regresó a su casa
para contarle a su esposa el extraño y sin precedente acto que había realizado.
Esa misma noche él murió. Su cuerpo se apegó a la tierra y durante dos días
nadie pudo levantarlo.
Acudieron al Shaykh Abdul
Khaliq (qas), y él asistió con doscientos discípulos, dándose cuenta de que el
cuerpo estaba atorado como una piedra en la tierra.
El Shaykh le preguntó a la
esposa por cuántos años estuvieron casados. Ella contestó que por catorce años.
"¿En todo ese tiempo, él efectuó alguna buena obra?". "No, ninguna", respondió
la esposa. Entonces ella recordó el pote de miel y el hecho de que su esposo se
había sorprendido de sí mismo esa vez.
Shaykh Abdul Khaliq (qas) comenzó
a rodear el cadáver caminando en círculos y dijo: "Oh Allah, me prometiste que
quien me sirviera recibiría el Paraíso. Este ladrón cargó un pote de miel para
mis discípulos durante cinco minutos, aunque no fue ésa su intención. Él nos
llevó miel y nos sirvió".
Entonces el Shaykh Abdul
Khaliq (qas) empujó el cadáver y se movió. Lo lavó y lo enterró él mismo.
Luego dijo: "Quien sea que
haya servido a los Shaykhs Naqshbandi, aunque dicho servicio sea tan mínimo
como un grano de trigo, será sostenido por ellos. Allah le concede a los
Shaykhs el derecho de interceder por esas personas. Los Shaykhs no pasarán el Día
del Juicio sin llevar consigo a quienes le sirvieron aunque sea un poco".
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