Hajja Anna Adil, sohbat publicado el 11 de Ramadán del 1433.
Le
invitamos a pasar un Ramadán junto a la fragancia de Hajja Anna Adil
(qas). Todos los días de este sagrado mes y durante los tres días del
Eid al-Adha, publicaremos un nuevo sohbat de ella. El día del
aniversario de su fallecimiento, la colección completa se ofrecerá como
un libro. Que Allah (swt) nos mantenga en su santa compañía para
siempre.
Hace
mucho tiempo había un hombre muy muy rico, pero no tenía hijos. Su
hermano, que tenía dos hijos, murió. Entonces el tío rico acogió a
ambos niños en su casa. Los chicos vivieron allí y crecieron cada vez
más envidiosos y codiciosos. Lo único que querían era el dinero de su
tío.
Conversaron
entre ellos sobre que podría pasar mucho tiempo antes de que su tío se
muriera naturalmente. Entonces decidieron matarlo, a pesar de que él
era muy generoso con ellos.
Juntos
lo asesinaron y arrastraron el cuerpo lejos del pueblo. No lo
enterraron, sino que lo dejaron tendido sobre el piso, a cielo abierto.
Regresaron a casa y empezaron a llorar diciendo: "¿Dónde, Oh dónde,
está nuestro amado tío?".
El
lugar en que habían dejado el cadáver colindaba entre dos pueblos. Cada
pueblo acusaba al otro del asesinato, porque ambos pueblos amaban al
viejo hombre con igual calidad.
Los muchachos declararon que querían venganza y dinero por la sangre derramada.
Esto
sucedió en el tiempo del Profeta Moisés (as) y la gente acudió a él
para resolver sus diferencias. El Profeta Moisés se dirigió a su Señor
diciendo: "Enséñanos la verdad". Entonces Allah les ordenó matar una
vaca y llevarle la lengua y el rabo al cadáver.
En
el momento, los Hijos de Israel pensaron que se trataba de una broma.
Entonces empezaron a plantear preguntas frívolas acerca de qué tipo de
vaca debía ser. Si tan sólo hubieran obedecido, cualquier tipo de vaca
hubiera servido, pero ellos continuaron preguntando y la tipología de
la vaca fue cada vez más específica, hasta que sólo una vaca serviría:
la vaca amarilla de un niño pobre que solía cargar madera de la montaña
para vender.
Este
niño trabajaba tanto, que tenía la espalda cortada a causa del peso de
las pilas de madera. Su ropa se le pegaba al cuerpo sobre la sangre
seca. Él le dijo a su madre que desearía tener un animal que lo ayudara
a cargar la madera. Entonces ella le dijo que su padre le había dejado
una vaca amarilla que estaba pastando y que si la llamaba, la vaca
vendría.
El niño llamó a la vaca amarilla y sintió que era como si le conociera de toda la vida. Él se llevó la vaca a su casa.
Su
madre le dijo que la llevara al mercado para venderla. Con el dinero,
él debía comprar un burro y el resto, debía guardarlo. El niño fue al
mercado, donde un hombre le ofreció veinte monedas por la vaca, pero él
tuvo que regresar a su casa para que la madre lo aprobara. Ella le dio
el permiso de venderla. Pero al día siguiente, camino al mercado, otro
hombre le ofreció treinta monedas por la vaca. Esto lo confundió,
entonces el niño regresó a donde su madre por aprobación. Ella le dijo
que no regresara más, que él debía vender la vaca.
El
niño regresó al mercado al día siguiente y otro hombre le dijo que su
vaca era muy valiosa. Le aconsejó venderla sólo bajo la condición de
que la mataran sin cortarle la piel. Luego, debían llenar con oro la
piel intacta del animal y ése sería el precio de la vaca. Este tercer
hombre era, ciertamente, un ángel enviado por Allah y el niño debía
obedecerlo.
Los
Hijos de Israel aceptaron las condiciones del muchacho: esa era la
única vaca que podría servir al propósito de Allah. Entonces los Hijos
de Israel mataron la vaca y golpearon el cadáver del viejo hombre con
la lengua y el rabo. El difunto se sentó y dijo: "Mis sobrinos me
mataron".
Los
Hijos de Israel llenaron la piel de la vaca con la fortuna del difunto
y se la dieron al niño. Y todo esto sucedió gracias a la baraka del niño que siempre complace a la madre.
Transcripción: http://saltanat.org/postpage.php?id=57&lng=en
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