martes, 21 de agosto de 2012

"Habib el Rey de Sham."


Habib el Rey de Sham
Hajja Anna Adil, sohbat publicado el 02 de Ramadán del 1433.

Le invitamos a pasar un Ramadán junto a la fragancia de Hajja Anna Adil (qas). Todos los días de este sagrado mes y durante los tres días del Eid al-Adha, publicaremos un nuevo sohbat de ella. El día del aniversario de su fallecimiento, la colección completa se ofrecerá como un libro. Que Allah (swt) nos mantenga en su santa compañía para siempre. 


Un día, mientras el Profeta (saws) estaba sentado junto a sus compañeros, llegaron unas personas para invitarlo a conocer a los incrédulos de Quraish. Cuando él preguntó por qué ellos pedían conocerlo, le constestaron que Habib, el Rey de Sham, estaba de visita.

La gente de Quraish amaba a Habib. Lo llamaban Rayhan ash-Sham. Y Habib quería conocer al Muhammad (saws) que clamaba ser Profeta de Dios y que generó división entre la gente.

Sayyidina Ali (ra) y Sayyidatina Khadija (ra) le suplicaron que no fuera, pero él insistió en que debía hacerlo. El Profeta (saws) se puso su turbante negro -que vestía en ocasión de guerra-, y emprendió el camino.

Todos los hombres de Quraish estaban reunidos bajo las palmeras. Habib y su ejército estaban con ellos. Al ver el rostro del Profeta (saws), hermoso como la luna, se dispusieron a creer.

Ellos ubicaron una silla dorada frente al Rey Habib para que el Profeta (saws) se sentara. Entonces el Rey Habib le preguntó si era cierto que él insultaba a los dioses de sus antepasados. El Profeta (saws) empezó a recitar el Corán. El Rey Habib se sintió tan tocado que lloró y le pidió al Profeta (saws) un milagro que confirmara su sentir. Aunque era a penas el tiempo del `Asr, el Rey Habib le pidió que hiciera que el Sol se pusiera, que la Luna saliera y luego que diviera la luna en dos mitades.

Sayyidina Gabriel (as) le dijo al Profeta que orara dos rakats y que al finalizar pidiera por ello, porque Allah le concedería su pedido. El Profeta (saws) así lo hizo.

El Sol se puso. Allah abrió un hoyito del tamaño del de una aguja sobre el velo del infierno, para que una pequeña cantidad de su oscuridad pasara. La gente quedó aterrorizada de esa intensa negrura. Entonces la Luna salió. El Profeta (saws) la señaló y la Luna se dividió. Una parte se fue hacia abajo y la otra hacia arriba, haciendo la Shahada en el cielo. Seguido, la Luna se puso y el Sol salió. Todos vieron que aun era el tiempo del `Asr.

En ese entonces, muchas de esas personas se hicieron musulmanas, pero no así Abu Jahl. Él tachó al Profeta (saws) de mago.
El Rey Habib se hizo musulmán. Él guardaba una pena en el corazón y Gabriel (as) le contó al Profeta (saws) esa pena secreta. Habib tenía una hija con deficiencias mentales y físicamente discapacitada. Él la mantenía segura en un palacio especial. El Profeta (saws) le dijo a Habib que cuando llegara a su hogar, encontraría a su hija sana.

Habib anunció que junto a él venían treinta mil soldados y que todos declararían la Shahada. El Profeta (saws) recitó la Sura an-Nasr y empezó a sollozar. Cuando le preguntaron si lloraba de felicidad, él contestó que lloraba porque tal como la gente entraba en masas al Islam en ese tiempo, así saldrían -en masas- en el final del tiempo.

Habib regresó a su casa, donde su hija lo recibió como la Luna llena. Él envió a dos mensajeros a donde el Profeta (saws), con grandes regalos y tesoros, pero Abu Jahl los interceptó en el camino, tomando los camellos y el oro. Él decía que, como legítimo rey de Quraish, eso le pertenecía a él.  El Profeta (saws) le pidió que dejara a los camellos decidir. Durante toda esa noche, Abu Jahl le oró a sus ídolos y habló con los camellos. Pero al día siguiente, cuando el Profeta (saws) pasó la punta de su turbante sobre el rostro de los camellos, estos hablaron en puro árabe. Dijeron que habían sido enviados por Habib, el Rey de Sham, a Muhammad (saws), el Profeta de Dios.

Entonces la gente de Quraish empezó a quejarse de que Muhammad (saws) era rico y que seguramente, hacía lo que hacía por dinero. Así que el Profeta (saws) dirigió a los camellos cargados con los tesoros al Monte Qubays y ordenó que los tesoros se convirtieran en arena. Por la Voluntad de Allah, los tesoros se convirtieron en arena común.

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