El esclavo que llora
Sheij Muhammad Adil al-Haqqani an-Naqshbandi.
Sheij Muhammad Adil al-Haqqani an-Naqshbandi.
Sohbat del 4 de julio del 2015.
As-salamu alaikum wa rahmatullahi wa barakatuh.
Audhu billahi min ash-shaytani r-rayim. Bismillahi r-Rahmani r-Rahim. Sean oraciones y paz con el Profeta Muhammad, Maestro de los Primeros y los Últimos. Madad (danos soporte) Oh Rasul'Allah. Madad, Oh Compañeros de Rasul'Allah. Madad, Oh Sheijs, dastur (autorícennos). Madad, Oh Sheij Abdullah Daghestani, Sheij Muhammad Nazim Al-Haqqani. Tariqatuna s-sohbah, wa l-khayru fi jam'iyyah.
Debemos agradecer a Allah por todo. Él nos ha dado favores sin fin; nos creó como seres humanos, nacimos siendo musulmanes -algunos se hicieron musulmanes después-... pero la gente no aprecia el valor de Sus favores. El respaldo, las bendiciones y regalos que Allah nos da... no somos conscientes de ello.
¿Cuándo tomarán conciencia? Procurarán lo tenido cuando lo pierdan. De otra forma, la gente no toma consciencia. Como el pez, que nada inconsciente [del agua] por el océano, la gente es inconsciente [de Sus favores]. Quieren algo mejor, quieren algo más... no renuncian a su codicia. No se dan cuenta de las bendiciones que les dan.
El Ramadán guarda una sabiduría: Allah quiere mostrarle a la gente lo difícil que es estar hambrientos y sedientos. He ahí una sabiduría. Entre miles de sabidurías, está esa. Cuando tenemos hambre y sed, nos damos cuenta de cuán valiosos son el agua y los alimentos, así sea un pan seco. Notamos qué gran favor es ese. Y para que advirtamos otras cosas, este mundo está lleno de favores.
En los viejos tiempos había esclavos. Un esclavo se iba de viaje con el sultán, en un barco. Subió al barco siendo esa su primera vez, y la primera vez que veía el mar. Él tenía miedo, temblaba de miedo, y trataron de calmarlo: "No temas, aquí está el sultán y muchos hombres más, ¿por qué temes, si nadie más lo hace?", pero no pudo calmarse, e incomodó a todos, incluso al sultán. Lloraba, se quejaba, insistía... por eso incomodó a todos.
Entonces un hombre le dijo al sultán: "Si usted me lo permite, yo lo calmaré". "Haz lo que puedas: llévatelo, cállalo...", dijo el sultán. El hombre, precipitadamente, lo arrojó al mar. El esclavo se hundía y subía a la superficie, gritando. Le salía agua por la boca y la nariz, y vociferaba: "¡Ayúdenme, me ahogo!". Después de varios minutos, justo cuando este casi se ahogaba, lo salvaron y lo subieron de vuelta al barco.
En el barco, él tomó asiento en una esquina, y permaneció callado. Nunca más habló, se quejó ni importunó. Permaneció muy calmo en ese rincón. Entonces el sultán le preguntó al hombre: "¿Cómo lo hiciste?". "Ese esclavo no era consciente de ese favor, no era consciente de esa seguridad y confort, y quejándose, incomodó a todos. Cuando cayó al mar, perdió ese favor. Y como lo salvaron justo antes de morir, tomó consciencia del mismo. Ahora está allí sentado, muy cómodo". Así es para todos. Allah concede favores a todos, favores por los que estar agradecidos. Él pasó ese favor por alto e incomodó a todos - primero a sí mismo, luego a los demás.
La mayoría de la gente no advierte los favores. Entonces, debemos agradecer a Allah los favores que Él nos da. Hasta el más pobre debe estar agradecido. Incluso cuando Allah no les da nada, incluso si quedan paralíticos... hay muchos paralíticos que agradecen a Allah el regalo del Islam. ¿Acaso hay una mayor bendición que esa? Hay muchas personas así. En cambio, el hombre saludable se queja, se inquieta e incomoda a los demás, pero primero se incomoda a sí mismo. Ese está distraído, y solo cuando le quitan lo tenido, toma conciencia de ello.
En la mayoría de los casos, si quitan un favor, es difícil que este sea devuelto. Entonces, estemos agradecidos por todo lo que tenemos. Que Allah incremente Sus favores sobre nosotros, insha'Allah.
Allah nos dio todo lo bueno. Sus regalos... no pueden agradecer lo suficiente todo lo que Él nos da. Pero la gente solo se queja: nada les basta. Por lo grande y por lo pequeño -por todo- se quejan y se descontentan. Sin embargo, Allah nos da lo mejor: nos creó como seres humanos y [musulmanes] o nos hizo musulmanes [después], nos puso bajo Su bendición y la bendición del Profeta (saws)...
Aun así, la gente está insatisfecha y quiere más, lo que hace que quienes los rodean estén infelices como ellos. Y es que cuando alguien empieza a quejarse, algunos niños lloran, otros se ponen nerviosos... Entonces, cuando alguien se queja todo el tiempo, toda la comunidad se empaña de un mal sentimiento de infelicidad, tal si fuera un virus que se contagia de una persona a otra. En cambio, si todos están agradecidos y dicen: "Alhamdulillah, estamos felices", esa felicidad también se propaga, insha'Allah.
Lo que Allah nos da... la mayoría de la gente no reconoce los regalos y favores que Allah nos da. Es como el pez, que no entiende qué es el agua ni qué hay fuera de ella, pero si sale de ella muere. De igual manera, la gente piensa que esto no es suficiente. Todas estas cosas buenas no les bastan, por eso viven ojeando los alrededores en busca de más y más. Tratan de obtener más, la mayoría de las veces sin éxito alguno, y obteniendo solo más angustia.
También hay un cuento sobre un esclavo de los viejos tiempos que nunca había viajado por barco ni visto el mar. El esclavo se fue de viaje en barco, con el sultán y muchas personas más. Como era la primera vez que este subía a un barco, estaba tan asustado que se puso a llorar y temblar. Así pasó todo el viaje, lo que puso al sultán y a todos los demás muy nerviosos.
Los barcos de ese tiempo no eran como los de ahora, que permiten que uno se encierre en una habitación sin ver nada. Él estaba arriba, llorando y nervioso, muy infeliz. El sultán, también nervioso, dijo: "¿Qué haremos con este hombre?", a lo que un hombre replicó: "¿Me da usted permiso? Yo puedo hacer que se calme". Y el sultán dijo: "Por supuesto. Haz cualquier cosa para que este hombre se calle y se calme".
Inmediatamente, el hombre arrojó al esclavo al mar. Alhamdulillah, se libraron de él, pero este quedó varado en el mar sin saber nadar. Se hundía y volvía a subir: "¡Ayúdenme o moriré ahogado!". Al cabo de tres minutos lo atraparon y lo subieron al barco, donde se sentó en una esquina, muy callado, como si nada hubiera pasado. No decía nada, y todos estaban felices.
Entonces el sultán le preguntó al hombre: "¿Cómo lo lograste?", a lo que el hombre respondió: "Ese esclavo no había reparado lo confortable y bueno que es estar a salvo en un barco. Solo después de perder su barco y a punto de morir, tomó consciencia de ese favor y del valor de su barco. Ahora él está tranquilo, y todos nosotros felices". También los demás se tranquilizaron, calmaron sus nervios.
La gente de este mundo es como ese esclavo. Gritan y ponen a todos nerviosos, pero si supieran de inicio el valor de lo que tienen, permanecerían callados y felices, y los que están alrededor también. Durante el Ramadán, Allah también nos enseña eso. Hay millones de sabidurías en el Ramadán, y una de ellas es sentir sed - saber cuán difícil es tener sed y hambre. Después de romper el ayuno, se sienten felices: obtienen nuevamente ese favor de Allah, y agradecen, agradecen a Allah.
Allah nos lo da todo, entonces, nunca se quejen. Este es el mayor consejo para la gente: ¡No se quejen! Lo que recibimos es lo bueno para nosotros, y debemos estar agradecidos, así Allah nos dé más.
Wa min Allahi t-tawfiq. Al-Fatiha.
Enlace al vídeo:
The Crying Slave - Ağlayan Köle - العبد البكاء
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