sábado, 29 de agosto de 2015

"El Último Truco Del Luchador."



El Último Truco Del Luchador
Sheij Muhammad Adil an-Naqshbandi al-Haqqani.
 Sohbat del 8 de agosto del 2015.





Audhu billahi min ash-shaytani r-rajim. Bismillahi r-Rahmani r-Rahim. As-salatu wa s-salamu ala Rasulina Muhammadin, Sayyidi l-awwalina wa l-akhirin. Meded ya RasulAllah, meded ya Sadati Ashabi Rasulillah, meded ya Masheijina, destur, meded ya Sheij Abdullah d-Daghistani, meded ya Sheij Muhammad Nazim al-Haqqani, ¡meded!



Tariqatuna as-sohbah, wa l-khayru fi jam'iyyah.



Poner paz entre los musulmanes -dice nuestro Santo Profeta- es lo mejor que podemos hacer. Es mejorar las cosas entre los musulmanes, mostrando el buen camino. Cuando dos grupos estaban enfrentados, nuestro Santo Profeta intentaba reconciliarlos. Iba allí, y les decía: "Arreglémoslo". Una vez, se desató una pelea en Medina -en Quba, donde está la masjid de Quba-, y él dijo: "Vamos allí, a poner paz entre ellos".



Además, a la hora de poner paz entre los musulmanes, se permite mentir. Se permite en ese caso, y también al reconciliar a un hombre con su esposa. Por supuesto, también en caso de guerra. La guerra es engaño, por lo que si decís abiertamente a vuestro enemigo: "Haré esto", él aprovechará la ocasión y os derrotará. Por eso, en determinados casos y determinadas situaciones, se permite hacer ciertas cosas. En todo existe un método y una norma básica.



[En] el Islam, nuestro Santo Profeta mostró el mejor de los caminos, pues no existe confianza ni seguridad. Como dice un verso del Qur'an: "Wa la tu'minu illa li-man tabi‘a dinakum" (3:73). "No confiéis en nadie que no sea de vuestra propia religión", esto en caso de que sea un verdadero musulmán. De otro modo, y en todo momento... si tal persona trata con mala gente, por supuesto no podéis poner mucha confianza en él.



Nuestro Santo Profeta dice implícitamente que debéis ser moderados: "Si amáis a alguien, no lo améis en exceso", dice él. Puede llegar un día en que sea vuestro enemigo, entonces conocerá todos vuestros secretos, os derrotará y os hará daño. Quizá tengáis un enemigo, pero no lo odiéis demasiado ni actuéis muy mal hacia él, porque puede suceder que él se convierta en vuestro amigo. Así funciona el mundo: en este mundo las cosas cambian, nada permanece igual. Por ello, para sentiros a salvo y seguros, no vayáis al extremo en nada. Guardaos algo para vosotros, que os ayude a salir de ahí.



Antiguamente, antes de inventarse las pistolas -las armas de fuego-, había luchadores. Fue la época principal de la lucha, y solían retarse unos a otros para luchar; eran expertos en este tema. Una vez... un hombre era un gran maestro luchador, y nadie podía derrotarle. A su lado tenía un aprendiz. Un nuevo luchador -en formación- se llama aprendiz.



Nadie podía derrotar a ese (maestro) luchador, y era muy amado por el Sultán. La lucha no es lo que parece ser: no consiste en agarrar, empujar y tirar. Tiene secretos, y existe un método de cómo hacer caer a tu oponente, hacerlo caer al suelo y derrotarlo. Hay principios, y hay ciertos trucos. Ese aprendiz ya había recibido del maestro 999 trucos, y le faltaba enseñarle uno. El aprendiz insistía en que se los enseñara todos, pero el maestro no atendía.



El aprendiz terminó por convertirse en un luchador muy fuerte en verdad, a quien nadie podía resistir. El Sultán estaba encantado con él, era su favorito. Ser un luchador tan poderoso... en esos días, la gente valoraba tales cualidades, y luchadores como él estaban muy cotizados.



En presencia del Sultán, este luchador siguió su nafs y dijo: "¡Nadie puede vencerme!", a pesar de que su maestro también estaba allí. Al Sultán le molestó ese comentario, pero no lo dijo. Entonces, retó a su maestro. "Está bien", dijo el Sultán. "Aunque ganes, aún debes todos tus títulos a tu maestro, por todo lo que te enseñó". "De acuerdo", dijo él. En verdad nadie podía resistirle, de tan fuerte y poderoso luchador como era.



Su maestro entró en la palestra. El maestro sabía que su estudiante era más fuerte que él, pero era muy inteligente y tenía experiencia – la experiencia es importante. Por su experiencia y sin darle ocasión, aplicó el único truco que no le había enseñado, haciéndolo caer al suelo. Dejó inconsciente y despatarrado al aprendiz, en el suelo. "Oh maestro", dijo él, "¡ese no me lo enseñaste!". "No te lo enseñé debido a este momento".



Nada humano es fiable por completo. No lo digáis todo -no andéis contando todo a todo el mundo-, porque cuando más de dos saben un secreto, deja de ser un secreto. En realidad, si lo sabe más de una persona, ya no es un secreto. Algunos no pueden mantener un secreto, pero a veces es necesario. Algunos se fían y lo cuentan, pero no es bueno decírselo a otra persona. Este es un punto importante.



Llevaos bien con la gente, pero no vayáis a los extremos. No vayáis demasiado lejos en el odio, y tampoco digáis todo lo que sabéis a quien améis. No hay necesidad, porque a veces -en realidad, la mayor parte del tiempo- las cosas están destinadas a cambiar. Háganos Allah buenas personas, y háganos él confiables, insha'Allah.







El Profeta (saws) fue el más... él dijo que lo mejor es hacer que la gente no esté enfrentada; hacer que haya paz entre personas, entre vecinos, entre estos amigos... Si pelean, debéis hacer que se reconcilien de nuevo. El Profeta dijo que esto es la mayor bondad que se puede hacer, y él actuaba así – además, animaba a los Sahaba. Una vez, hubo una pelea entre personas en Medina, cerca de Quba. Él dijo: "Vayamos allí, a poner paz entre ellos".



E incluso, en todos los casos... En muy pocos casos podéis decir una mentira [pero], para hacer las paces entre la gente, podéis decir: "Él te ama", aunque no le ame. Está bien, podéis decir esto. También entre esposa y marido, podéis decir una mentira para hacer que se reconcilien. Y en la guerra no podéis decir la verdad, pues vuestro enemigo espera algo para saber qué hacéis, y atacaros entonces. Si uno cuenta lo que pasa en su lado del frente, el otro tendrá claro lo que puede hacer, y os vencerá. Entonces, no hagáis que ese enemigo vaya sobre vosotros, y sea... Debéis estar despiertos.



No confiéis [ni] vayáis a los extremos; no vayáis a los extremos. Dijo el Profeta (saws): "Si amáis a alguien, no améis con un amor extremo". Quizá él llegue a ser vuestro enemigo, entonces sabrá todos vuestros secretos y os dañará. Y si odiáis a alguien no lo odiéis en extremo. A veces, Allah cambia las cosas, y ese hombre puede ser vuestro mejor amigo. Entonces os avergonzará lo que le dijisteis o lo que le hicisteis. Así que no seáis muy extremados, poned cuidado.



En todo tiempo... en tiempos antiguos, antes de las pistolas y la pólvora -antes de existir la pólvora-, había personas -personas fuertes- que luchaban con las manos. En especial, tenían luchadores. Esas personas eran muy aceptadas, tenían buenas maneras y eran buenas personas. El Sultán... quienes eran así, estaban muy cerca de [él].



Uno de esos muy fuertes luchadores, conocía mil trucos. Se debe a que la lucha no es sólo fuerza o fortaleza: necesita también algunos trucos, para hacer que quien lucha contra vosotros caiga al suelo. No es sólo con esta fuerza, sino que también debéis pensar.



Y ellos tenían alrededor personas a las que enseñaban. Entre esos a los que él enseñaba, había un hombre joven. Era muy fuerte, tenía capacidad, y estaba complacido con él. Y él le enseñó todos esos trucos. Aprendía rápido, y era muy fuerte. Le enseñó 999 trucos, y sólo dejó de enseñarle uno. Él pedía todo el tiempo: "¡Oh maestro! ¡Enséñame ese, enséñame ese!". Le decía: "Sí, sí, oh, oh...", y solo hacía... – no se lo enseñaba.



Una vez... Cuando ese ya era famoso y nadie podía hacerle frente, se volvió arrogante. Una vez, en la mesa del Sultán, dijo: "Nadie puede hacerme frente". Al Sultán le disgustó eso y, además, el maestro también estaba allí. Le dijo: "¿Cómo dices eso a tu maestro?". El maestro dijo: "Debemos luchar. Él debe saber, debemos enseñarle adab". Fueron y lucharon.



En verdad, él era más fuerte que su maestro, pero el maestro era listo y sabía eso. Rápidamente, aplicó el último truco, el que no le había enseñado. Lo tumbó en la tierra, acabó con él. Dijo: "¡Oh maestro! ¡No me enseñaste ese!". Le dijo: "No te lo enseñé [pensando] en este momento, lo dejé de lado para hacer que tú... Es tu última lección, el no ser arrogante". Y así fue.



Debemos guardar los secretos -si alguien os los dice-, y no digáis lo que sabéis a todo el mundo. Hay cosas especiales, que antes -en los viejos tiempos- la gente guardaba para sí. Ahora todos lo saben, y lo esparcen por doquier. Eso tampoco es bueno.



Que Allah nos haga buenas personas insha'Allah, y que estemos a salvo de nuestro ser/ego. Wa min Allah it-tawfiq, al-Fatiha.



Enlace al vídeo:



The Wrestler’s Last Trick - Güreşçinin Son Hilesi - خدعة المصارع الأخير

No hay comentarios:

Publicar un comentario